
Todos hemos pasado por algunos momentos de caos, estrés, confusión y responsabilidades que nos abruman. Esas situaciones en donde no sabemos qué decisión tomar o hacia dónde orientarnos parecen interminables, pero hay maneras de volver a la calma y a la claridad necesarias.
- Para, respira. Antes de tomar una decisión, debes de parar. Cierra tus ojos y respira profundamente. Te ayudará a calmarte y también a mirar la situación desde un sitio más tranquilo.
- Escribe lo que sientes. Tu mente puede llegar a estar llena de pensamientos, y en este caso escribir puede ser un muy buen alivio. Coge papel y lápiz y escribe todo lo que te preocupa; no te detengas a valorar tus palabras, deja que vengan todas las labras sin juzgarlas. Esas ideas escritas las podrás organizar para ir extrayendo la esencia y lo que realmente importa.
- Escucha a tu corazón. A menudo buscamos respuestas fuera, cuando seguramente las tenemos dentro. Pregúntate: ¿yo qué quiero?. Puede resultarte útil situarte en tu esencia, en tus valores y desde allí encontrar un camino.
- Habla con alguien de confianza. Hablar con alguien de confianza te liberará de tus pensamientos y te ayudará a tener claridad. Escuchar el punto de vista de la otra persona puede ofrecerte la capacidad de ver enfoques que no habías tenido en cuenta.
- Da un pequeño paso. Cuando todo parece un mundo, puedes hacerte el propósito de hacer algo de lo más sencillo. Puedes dar un simple paso hacia una solución, por pequeña que parezca. Esto te dará el empujón que necesitas y hará que la sensación de saturación vaya cediendo.
- Mímate un poco. Recuerda que no tienes que solucionarlo todo de inmediato. Está bien si te tomas tu tiempo. La claridad aparece cuando te permites respirar y tener confianza en el proceso. Abrázate a ti mismo, ten confianza en ti mismo y sigue radiante.