
El artículo de hoy es para aquella mujer que ha tenido una pelea interna diaria consigo misma, que al mirarse a un espejo no se siente cómoda con lo que ve, que batalla día a día con la comida para no excederse y que aún le cuesta ser feliz porque su cuerpo se ha vuelto su prisión.
Nunca serás hermosa si adelgazas o si recurres al quirófano; tu prisión es mental y hasta que no te reconcilies con cada parte de tu cuerpo y con quién eres, no podrás descubrir tu verdadera belleza; seguirás sintiendo un vacío y nunca nada será suficiente.
Para empezar, debes dejar atrás lo que la televisión y los medios te venden cada día del concepto de ser bella, esta no radica en las medidas, en los rasgos, en el color de piel o tipo de cabello; reside en tu capacidad de ser feliz tal y como eres; Dios no comete errores y cada parte de tu cuerpo es perfecta, tus ojos, nariz, cejas, boca, mentón, orejas, cabello, color de piel, estatura, peso; todo ese exterior cumplen un propósito y como parte de tu misión de vida es enamorarte de ese vehículo que te llevará a cumplirlo.
Eres hermosa tal y como eres; querer ser parte de los estándares de belleza que ofrece el mercado, es ser parte de un molde y tú eres única, no hay nadie como tú, porque quien te creó, se tomó el tiempo para hacer una verdadera obra de amor sin moldes.
Como eres hecha de amor es momento de que salgas a brillar con toda tu luz, enamorada de ti, de tu unicidad y de lo bendecida, por que eres una mujer con alas.
Para que recuerdes lo que eres, te invito a escuchar esta canción: