
Un día un anciano y sabio maestro camino desde una ciudad a la siguiente con algunos de sus alumnos. El anciano maestro se acercó a uno de sus alumnos y le dijo… » estoy sediento, ¿me traerías un poco de agua del rio? El estudiante obedeció y fue hacia el rio.
Cuando llego al rio noto que había gente lavando sus ropas en el agua mientras que un carro cruzaba el rio. El casco del caballo agitaba el lodo del fondo y ensuciaba el agua. ¿Cómo voy a dejar que mi maestro tome de esta agua lodosa? “pensó para sí mismo, volvió hacia el maestro para decirle que el agua esta lodosa y que él pensaba que no estaría apta para beberse.
Después de media hora el maestro llamo al mismo estudiante, y le pidió un poco de agua. El estudiante obediente volvió al rio. Para su sorpresa, esta vez encontró un lago de agua clara y limpia. Todo el lodo se había hundido y el agua está nuevamente apta para ser tomada.
El alumno recogió un poco de agua y volvió hacia al maestro.
El maestro miro el agua, se volvió hacia el estudiante y dijo:» Mira lo que has hecho para que el agua este limpia. solo la dejaste tranquila, el lodo se hundió solo y tu obtuviste agua limpia.»